Los servicios ecosistémicos: Claves para el desarrollo rural 

Los ecosistemas forestales desempeñan un papel esencial en el equilibrio ambiental y en el bienestar humano. En este artículo, presentamos estrategias innovadoras y casos prácticos que demuestran cómo la gestión sostenible de los servicios ecosistémicos de los bosques promueven la conservación de la biodiversidad y generan oportunidades económicas para las comunidades locales en España.

¿Qué son los servicios ecosistémicos?

Los servicios ecosistémicos son los beneficios que los ecosistemas aportan a la sociedad y que son esenciales para el bienestar humano y el funcionamiento de la vida en el planeta. Estos servicios incluyen una amplia gama de funciones que sostienen tanto el medio ambiente como las economías humanas.

Se clasifican en cuatro categorías principales:

Servicios de regulación. Incluyen la captura de carbono, la regulación del clima, el control de plagas y enfermedades, y la protección frente a inundaciones y sequías. Un bosque saludable puede actuar como barrera natural contra desastres ambientales, asegurando una mayor estabilidad en las comunidades circundantes.

Servicios de soporte. Los ecosistemas forestales son la base para procesos esenciales como la formación de suelos, la fotosíntesis y los ciclos de nutrientes. Además, los bosques son refugio de una biodiversidad rica y variada, que contribuye al equilibrio de los ecosistemas locales.

Servicios de aprovisionamiento. Incluyen productos como madera, hongos, plantas medicinales y agua dulce. La explotación sostenible de estos recursos puede ser una fuente importante de ingresos para las comunidades rurales.

Servicios culturales. Los bosques tienen un valor incalculable como espacios de recreación, educación y espiritualidad. Son lugares donde se pueden realizar actividades científicas, deportivas o simplemente contemplativas.

Tres pilares fundamentales para la sostenibilidad de los servicios ecosistémicos

La bioeconomía circular, la certificación FSC y el pago por servicios ecosistémicos son estrategias clave para abordar los desafíos ambientales y económicos actuales. Veamos en qué consiste cada una.

Bioeconomía circular

La bioeconomía circular es un modelo económico que combina el aprovechamiento sostenible de los recursos biológicos con los principios de la economía circular. Así se orienta hacia la reducción de residuos, la regeneración ambiental y la creación de valor a partir de materiales renovables. 

Este enfoque busca transformar la manera en que se producen y consumen bienes, priorizando el uso de recursos biológicos en lugar de combustibles fósiles y fomentando su reutilización y reciclaje para minimizar el impacto ambiental.

Un aspecto central de la bioeconomía circular es su capacidad para integrar tecnología e innovación en la gestión de los recursos. El concepto también subraya la importancia de los sistemas integrados, como los biohubs, que conectan cadenas de suministro de biomasa con la producción de bioenergía y alimentos. Este enfoque permite optimizar el uso de recursos, reducir la huella de carbono y promover una economía más eficiente y sostenible.

La bioeconomía circular tiene un impacto significativo en las economías rurales y locales, al fomentar el empleo y el desarrollo sostenible. La inversión en infraestructura, investigación y colaboración entre sectores resulta esencial para ampliar estas soluciones y convertirlas en motores de cambio a nivel global.

Certificación FSC

La certificación FSC (Forest Stewardship Council) es un sistema internacional que promueve la gestión responsable de los bosques en todo el mundo. Este esquema garantiza que los productos forestales, como la madera o el papel, provienen de bosques gestionados de manera sostenible, respetando criterios ambientales, sociales y económicos. La certificación FSC busca equilibrar las necesidades de conservación ambiental, los derechos de las comunidades locales y los intereses económicos asociados a la explotación forestal.

El sistema FSC se basa en un conjunto de 10 principios y 70 criterios universales que establecen estándares mínimos de gestión forestal responsable. Este conjunto es aplicable a todos los bosques del mundo, independientemente de su ubicación geográfica, ecosistema o contexto cultural. 

Estos principios incluyen el cumplimiento de leyes locales e internacionales, el respeto por los derechos de los trabajadores y las comunidades indígenas, la protección de valores ambientales y ecosistémicos, y la implementación de prácticas sostenibles que garanticen la regeneración de los recursos forestales.

Un aspecto clave de la certificación FSC es su enfoque en la transparencia y la participación. Exige que los titulares del certificado desarrollen planes de gestión detallados y actualizados, incluyan a las partes interesadas en el proceso y monitoreen constantemente los impactos sociales, económicos y ambientales de sus actividades. 

Además, fomenta la restauración de áreas degradadas, la conservación de biodiversidad y la reducción del uso de productos químicos peligrosos en la gestión forestal.

La certificación FSC asegura que los productos etiquetados con su sello cumplen con estándares estrictos que promueven la sostenibilidad, protegen los derechos humanos y contribuyen a la conservación de los ecosistemas forestales. Esto permite a los consumidores tomar decisiones responsables y apoyar prácticas que beneficien tanto al medio ambiente como a las comunidades locales.

Pago por servicios ecosistémicos o PSA

Los pagos por servicios ambientales (PSA), también conocidos como pagos por servicios ecosistémicos, es un mecanismo innovador de conservación que busca compensar económicamente a las personas o comunidades que preservan o restauran ecosistemas naturales que ofrecen beneficios esenciales para la sociedad. 

Este sistema reconoce el valor de los servicios ecosistémicos, que incluyen el suministro de agua limpia, la regulación del clima, la conservación de la biodiversidad y el disfrute estético de los paisajes, y fomenta prácticas que aseguren su sostenibilidad.

Los PSA funcionan mediante acuerdos en los que los beneficiarios de estos servicios ambientales, como gobiernos, empresas o individuos, ofrecen pagos a quienes gestionan tierras o recursos de manera que mantengan o mejoren la provisión de estos servicios.

Con los PSA, no solo se preservan los servicios ecosistémicos vitales para la sociedad y la naturaleza, sino que también se promueve el desarrollo sostenible, especialmente en zonas rurales, al generar ingresos adicionales para los habitantes locales y mejorar sus condiciones de vida.

Existen dos principales vías para pagar por los servicios ecosistémicos: el mercado regulado del carbono y el mercado voluntario de carbono y otros servicios de los ecosistemas. 

Mercado regulado del carbono

Se basa en obligaciones legales establecidas por acuerdos internacionales como el Protocolo de Kioto y más recientemente el Acuerdo de París. Su objetivo es reducir los gases de efecto invernadero (GEI) generados por sectores como la industria, la energía y el transporte. Esto se logra mediante la asignación de un límite máximo de emisiones y la obligación de que las empresas compensen cualquier exceso a través de la compra de derechos de emisión. 

Este esquema de derechos de emisión también permite a las empresas y gobiernos comerciar las «créditos de carbono» que no utilicen. Cada crédito de carbono representa una tonelada métrica de dióxido de carbono (CO₂) o su equivalente en otros GEI que se ha evitado, reducido o eliminado de la atmósfera.
Actualmente, los créditos de carbono se generan principalmente a través de proyectos de reforestación, ya que estos capturan CO₂ de la atmósfera. De este modo, los propietarios de fincas forestales se benefician principalmente de una inversión sin coste directo en sus terrenos. Cuya inversión puede ser rentable mediante el aprovechamiento de la madera reforestada en el futuro. Además, dependiendo de las condiciones del proyecto de reforestación, también pueden recibir un porcentaje de los créditos de carbono generados. 

Este mercado es obligatorio para los actores implicados en los estados de la Unión Europea, varios países a nivel internacional y provincias/estados específicos de países más grandes como Estados Unidos o Canadá. En general, está controlado por marcos legislativos internacionales o regionales, como el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (EU ETS).

Mercado voluntario de carbono y otros servicios ecosistémicos

El mercado voluntario surge para complementar el mercado regulado del carbono, permitiendo que empresas, organizaciones y particulares compensen sus emisiones de carbono de forma opcional. A diferencia del regulado, en este mercado no existe una obligación legal, sino un compromiso ético o reputacional con la sostenibilidad.

Este mercado no solo se limita a la absorción de carbono mediante reforestación, sino que también abarca proyectos relacionados con la gestión forestal sostenible, conservación de recursos hídricos, protección de la biodiversidad y servicios de los ecosistemas integrados, a menudo en combinación con certificaciones como FSC. El mercado voluntario tiene la ventaja de involucrar a un mayor número de participantes, ofreciendo opciones más diversas para financiar proyectos de alto impacto ambiental adaptados a las necesidades locales. Estos proyectos, además, generan nuevas fuentes de ingresos para los propietarios forestales que optan por la certificación de servicios ecosistémicos. Actúan como un incentivo significativo, atrayendo inversiones de empresas interesadas en participar en el mercado voluntario.

De esta manera, se fomenta la gestión forestal sostenible, se reduce el riesgo de incendios, se conserva el medioambiente y se contribuye a la mitigación del cambio climático. Por ello, este mercado ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, impulsado por la creciente demanda de entidades comprometidas con la reducción de su huella de carbono y aquellas que apoyan a grandes empresas en la ejecución de proyectos de certificación y gestión de servicios ecosistémicos en zonas rurales.

Un claro ejemplo es Dendron, una empresa nacida en el laboratorio de bioeconomía forestal UFIL en 2021. Dendron se enfoca en revalorizar las áreas forestales, mejorando la rentabilidad de las propiedades forestales mientras cumple con los objetivos sociales y medioambientales. 

A través de su enfoque innovador, la empresa contribuye a la sostenibilidad y al impulso del mercado voluntario de carbono, fomentando la gestión responsable de los recursos naturales y apoyando la transición hacia una economía más verde.

Caso de éxito: los bosques de Palancares en Cuenca

El bosque de Palancares, con casi 5.000 hectáreas, es un ejemplo destacado de gestión forestal sostenible en Castilla-La Mancha. Este bosque no solo alberga una biodiversidad rica, con especies amenazadas como el águila real y el halcón peregrino, sino que también ha obtenido certificaciones de FSC que avalan su impacto positivo en la conservación de la biodiversidad y el almacenamiento de carbono.

La gestión de este bosque ha contribuido a la generación de empleo en actividades como la gestión forestal sostenible, la regulación del turismo y el monitoreo de especies protegidas. Además, sus características geológicas únicas, como las torcas de origen kárstico, han fomentado el ecoturismo, atrayendo visitantes interesados en la geografía y la biodiversidad local.

El futuro de los servicios ecosistémicos

Los servicios ecosistémicos son fundamentales para garantizar la rentabilidad de los bosques españoles en un mundo que avanza hacia una economía verde. La integración de estos servicios en mercados globales no solo fomenta la sostenibilidad ambiental, sino que también crea nuevas fuentes de ingresos para las comunidades locales.

El proyecto Urban Forest Innovation Lab (UFIL), con sede en Cuenca, ha liderado iniciativas para la certificación y valorización de servicios ecosistémicos. Este proyecto colabora con universidades, empresas y organismos públicos para promover una gestión forestal sostenible. A través de estas acciones, UFIL ha logrado conectar a las comunidades rurales con mercados globales. De esta manera ha generando oportunidades económicas y fortaleciendo la resiliencia de los bosques.

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